sábado, 6 de diciembre de 2008

Juan Luis Sarabia, un belenista excepcional

Acaba de inaugurarse el Belén Municipal en la Plaza Marqués de Rafal. Instalado en una carpa de grandes dimensiones, cuenta con la maravilla del arte de un excelente y completo artista y artesano: Juan Luis Sarabia Campoy.

En trece estampas o escenarios se nos ofrece la bella historia del Nacimiento del Redentor, desde la Anunciación a la Adoración de los Reyes Magos, desde la Presentación en el Templo a la Huída a Egipto. No falta nada. Cada detalle está cuidado al milímetro. Los paisajes tienen fondo y los pueblecitos en miniatura tienen pobladores que los llenan de vida. Algunas de las figuras tiene movimiento, lo cual aún aumenta su encanto. Un labrador maneja el legón con ahinco, una mujer se mece frente al fuego de su hogar, un cochinillo se asa en un espetón girando sobre una hogerita... mil estampas trabajadas con amor al arte.

Pero lo más encantador es que la sierra (por cierto, magníficamente representada) es la sierra de Orihuela, la iglesia es la de Santiago de aquí, con su escudo de España en la fachada y en él la granada todavía cerrada, pues no ha tenido lugar la Reconquista de Granada por los Reyes Católicos, que celebran Cortes en Orihuela camino de esa definitiva etapa. Y Monserrate tiene las manchas de humedad que han dejado en sus muros los regueros de agua de lluvia, y sus campanas nuevas. Es algo que enternece y cautiva el ánimo del visitante.

¿Qué decir de la hiedra pequeña que trepa por los muros de las casitas en miniatura? ¿Y del puesto del alfarero o del mercader de telas? ¿Y el hombre que guía su carro de bueyes para cargar la leña que otro se afana en cortar? ¿Y del maestro que da lección a tres niños?
Egipto está representado desde el desierto al palacio real, en cuyo interior vislumbramos la figura del Faraón, desde el Templo de Isis al noble que se hace trasportar en Litera por sus esclavos.

El arte de Sarabia es minucioso para desembocar en un resultado grandioso.
Hay que felicitarlo. Hay que visitar su Belén.
Hay que recrearse en cada una de las figuras y, además, hay que recordar la historia que nos está contando en estos días grandes del año, seamos niños o mayores. Pero contemplando una obra como esta, todos nos hacemos gozosamente como niños. No hay nada mejor que lograrlo.

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