jueves, 21 de octubre de 2010


EL OTRO CENTENARIO

El año hernandiano debería ser también el año lezamiano, ya que se cumplen los cien años del nacimiento del gran, inconmensurable poeta cubano José Lezama Lima. Es lógico que aquí sean prioritarios los homenajes a Hernández, pero podríamos sumar el nombre de Lezama al festejo poético para enriquecerlo y equilibrar, de paso, probables empachos - empachos que algún pariente cercano del poeta levantino me han confirmado - ya que ambos, desde hemisferios distintos, fueron poetas, compartieron una misma lengua y son exponentes notabilísimos de nuestra literatura.
Lezama Lima es el gigante invisible, el autor que por azarosas razones estilísticas, generacionales, o incluso, quizás, políticas, se quedó fuera del reconocimiento puntual y mundial del boom latinoamericano. Y desde luego esa invisibilidad resulta más sorprendente teniendo en cuenta lo que la obra de Lezama Lima ha supuesto para la literatura escrita en español. Su poesía, ensayos, novelas y artículos son productos demiúrgicos del lenguaje, demostraciones torrenciales de una comprensión integral del mundo a través de la poesía. Es una temeridad desconcertante ignorar todavía tal riqueza.
Del mismo modo que el centenario hernandiano está suponiendo una notable actividad de relecturas nuevas y polemizantes sobre el inmortal oriolano, acerquémonos al manantial de la obra de Lezama. No se trata de reivindicar, meramente, a un autor ni a una lengua, sino a la Poesía misma.

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